ENTREVISTA
AL ACTIVISTA TRANS PABLO VERGARA
Pablo
lleva más de seis años ayudando a las personas trans a ganar
autonomía y control sobre sus propias vidas para que puedan llevar
la vida que elijan. Como miembro de Conjuntos Difusos-Autonomía
Trans, ha realizado un intenso activismo legal y de denuncia de
prácticas transfóbicas y discriminatorias, y ha sido uno de los
autores materiales de la Ley de Transexualidad de Andalucía, al
tiempo que uno de los principales críticos a la misma.
Hola
Pablo. Las navidades, en estos tiempos, hacen felices a poca gente.
Pero la gente LGTB, sobre todo si no tenemos posibilidades económicas
reales de movilidad, nos seguimos encontrando rodeados de símbolos
familiaristas, exaltaciones caducas y rodeadas de silencios pactados.
Supongo que cada experiencia es distinta pero me da que estas cosas,
como el futbol, no entienden de ideología política ni clases
sociales.
Pablo
Vergara: La celebración de la Navidad encuentra su pleno significado
en los países del norte de Europa y América, donde la
cristianización de las fiestas de invierno apenas ha conseguido
ocultar su verdadero significado: que comienza la época más fría
del año, pero también que los días van a hacerse más largos en
lugar de durar unas pocas horas.
En
España todo el sentido que la geografía da a la Navidad en el norte
de Europa, no existe. Ese vacío ha sido llenado con símbolos
cristianos que en estos tiempos ya no significan mucho para nadie, ni
siquiera para quienes son religiosos. La Sagrada Familia representada
en el portal de Belén se nos aparece de repente como demasiado
conflictiva para continuar representando los valores de la familia
tradicional (ella es la madre del hijo de otro, pero no quiere tener
sexo con su marido, que sabemos que terminó desapareciendo del mapa
al cabo de unos años), los Reyes ya no traen regalos para los niños
de la familia, sino que es la Familia Real la que se lleva el dinero
para los regalos, y los religiosos que se supone que representan a
ese Dios cuyo nacimiento celebramos se han convertido en pederastas
en potencia… ¿Quién puede ser feliz con este panorama?
Reyes
y reinas, destierros y exilios. Es curioso porque aunque cada familia
es un mundo y cada persona otro si hay secretos o tensiones mal
gestionadas suelen estallar de forma desagradable en estos días o se
omiten desde la distancia. El “disimulo por unos días” se hace
mas complejo en el caso de personas transexuales o transgénero
supongo.
Pablo
V: Las reuniones navideñas son ocasiones formales, y las ocasiones
formales son siempre muy binarias (por ejemplo, también lo son las
bodas, o los funerales), donde cualquier cosa que se salga de las
representaciones de género preestablecidas y socialmente aceptables
se consideran una ruptura total del protocolo y “ganas de llamar la
atención”. Lo que pasa es que en las bodas o los funerales, al
menos hay una excusa más o menos plausible para reprimir la
transgresión del género: “no hay que aguarle la fiesta a los
novios”, o “por respeto al difunto”, pero en Navidad queda
claro que el único motivo es que la persona trans es una vergüenza
para la familia y no se puede hacer nada para ocultarlo.
D
La navidad, de otra forma más refinada, ha sido hasta hace poco no
solo fiesta de consumo sino también llena de ecos religiosos y
heteropatriarcales. ¿Qué cosas hay en el inconsciente colectivo que
justifica la opresión en vez de señalar las formas de opresión o
las ofensas simbólicas?
P.
V: Cuando llega la navidad, todo tiene que ser como en los anuncios
de El Corte Inglés: perfecto. La casa perfecta, la comida perfecta,
la familia perfecta, la ropa perfecta… Cada reunión familiar se
convierte en un escaparate para demostrar a nuestros hermanos, tíos,
primos, cuñados lo perfecta que es nuestra vida, lo felices que
somos, lo bien que nos va. Te has pasado tres días mirando
decoraciones navideñas en Pinterest… y ahí tienes a tu “marido”,
con un vestido largo y un collar de perlas, o a tu adorable “hija”
con barba y bigote, imposible de casar con un hombre (bueno ¿quién
sabe?), mientras que la hija de tu cuñada ya se ha casado, tiene un
niño y va a por la parejita.
Tener
a una persona trans en la mesa es una vergüenza para quien la lleva,
y una inmejorable fuente de cuchicheos y bromas para todos los demás.
Es
curioso porque la gente, a veces un poco idólatra, me sigue
preguntando por la burgalesa Beatriz Preciado. Ella ha salido con una
perilla en varios medios mayoritarios en el estado español pero no
vuelve a casa ni por navidad. ¿Supongo que esto para unos será un
hándicap y otros lo viven con naturalidad? ¿Cómo lo ves tú?
P.V:
Hay una diferencia fundamental entre Beatriz Preciado y la mayoría
de las personas trans: para nosotrxs, la transgresión del género no
es cosa de unas horas, en un espacio público pero seguro en que
tenemos una posición de liderazgo, sino que es una lucha 24/7, en la
que no podemos elegir en qué espacios queremos pelear, y donde en
muchas ocasiones tenemos todas las de perder.
Además,
pasa lo que decías al principio: los ricos tienen más posibilidades
que los pobres, incluso cuando hablamos de población LGTB. Beatriz
Preciado gana una buena cantidad de dinero por ponerse su perilla. A
lo mejor alguien en su pueblo, o en su familia, piensa que sería más
honesto que se ganase la vida con un “trabajo de verdad”, o a lo
mejor nadie piensa tal cosa. Pero la realidad es que se trata de una
prestigiosa académica de una Universidad francesa, con un sueldo que
probablemente multiplica varias veces el salario medio de las
familias burgalesas, y si el dinero no trae el respeto o la
felicidad, sí que compra una cosa que se le parece mucho.
Yo
no celebro la Navidad pero la Navidad se celebra por mí donde quiera
que vaya. ¿Ha cambiado esto? En las grandes capitales gays,
lesbianas, heteros y también personas transexuales gozan de una
comedida libertad o anonimato. Pero hay discursos capitalistas y
sexistas que pre-existen al sujeto e incluso a instituciones enteras.
¿Es posible el distanciamiento o el tiempo no lo cura todo, todo?
P.V.
Cualquier persona que se identifica como gay, lesbiana, bisexual,
trans, intersex, etc… puede esperar un recrudecimiento de las
presiones sociales alrededor de la mesa familiar (o peor aún si ha
sido declarada persona non
grata,
como nos pasa a muchxs). Pero entre esas personas, las que tienen
posibilidades de movilidad, pueden desplazarse a lugares más
acogedores, pueden ir a buscar a sus familias elegidas, o, si lo
desean, pueden elegir no celebrar la navidad y tratar de aislarse del
mundo.
En
las grandes capitales existen masas de personas suficientemente
grandes como para ofrecer refugio a quienes se han quedado en los
márgenes. Se encuentran familias elegidas, que muchas veces son más
cariñosas y acogedoras que las familias naturales. Se crean lugares
seguros y cálidos donde personas afines logran reunirse y pasar
estos días con ilusión, incluso sin tener que celebrar la navidad.
Sin embargo, sí que es verdad que la mayoría llevamos interiorizado
un discurso de cómo deberían ser estos días, y de cómo deberíamos
ser nosotros, y es inevitable no comparar nuestra situación real con
la imagen idílica de lo que debería ser, pero creo que podemos
aprender a descartar todo ese “debería ser” que en realidad no
parece funcionar para nadie, y abrazar el momento actual, si se nos
presenta la posibilidad de pasarlo con personas que nos quieren y a
las que queremos, o si lo queremos pasar en soledad elegida.
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