“Lo
que tengo claro es que el cine y la cultura me interesan si sirven
como herramienta para transformar la sociedad”
Eduardo
Nabal
Javi
Larrauri (Madrid, 1971), director del documental “Testigos de un
tiempo maldito” y “Mujeres republicanas” sigue rodando. Su
último trabajo colectivo es “Tomemos las calles”, casi un diario
de combate contra la explotación y el expolio. Javi es un realizador
prometedor pero, sobre todo, comprometido con este tiempo. Un tiempo
que necesita muchas más voces como la suya. Ha trabajo temas de
memoria histórica, sexualidades, feminismos y protesta social contra
los abusos recientes.
Filmografía:
"Mujeres republicanas" (2010), "La maternidad de Elna"
(2010), "Marcos con eme de memoria" (2012), "Testigos
de un tiempo maldito" (2012), "La luz de aquella tierra"
(2013), "Tomaremos las calles" (2014).
Hola
Javi. Tú último trabajo “Tomemos las calles” ¿suena a cine
político o es, sin complejos, cine político? Porque claro no es lo
mismo testimoniar el presente que desenterrar las fosas comunes del
pasado, con todas esas víctimas del franquismo como telón de fondo.
¿Sigue siendo peligroso rodar según qué, quien, cuando y como en
este país o más bien no acaba de ser rentable?
Javier
Larrauri:
No sé si es cine político, social o nada de eso. Eso lo tendrá que
decidir la gente que lo vea. Lo que sí tengo claro es que el cine y
la cultura me interesan si sirven como herramienta para transformar
la sociedad. Entiendo que también es necesario el entretenimiento,
pero no me interesa la cultura complaciente, sino la que es crítica,
y cuanto más, mejor. Y que sirva para despertar una mirada crítica
en la ciudadanía, algo que considero imprescindible.
Y
por supuesto que cuanta más crítica es una película con el
sistema, menos comercial y menos rentable será. Y encontrará muchas
más puertas cerradas que abiertas. Al sistema le interesa mantener
al pueblo dormido y con sus mentes anestesiadas. Y para ello nada
mejor que darles telebasura, fútbol, religión y comedias absurdas
que no hagan plantearse nada más allá. Ojalá algún día desde las
instituciones se potencie otro tipo de productos culturales que
sirvan para dar voz a la ciudadanía y no para aborregarla.
“Mujeres
republicanas” y “Testigos de un tiempo maldito” daban voz a
gentes represaliadas por el fascismo por su género u orientación
sexual. Ya entonces aparecían luchas que siguen estando en la calle
como el derecho al aborto, las libertades sexuales, las cuestiones de
clase y el miedo al compromiso con estos temas por parte de un sector
de la izquierda. Las cosas han cambiado pero ¿no lo suficiente?
Javi
Larrauri: Algunas cosas han cambiado, pero no necesariamente para
mejor. En este último tiempo estamos viviendo un retroceso en muchos
ámbitos. El heteropatriarcado sigue férreamente asentado y no va a
soltar el poder tan fácilmente. Y seguimos siendo gobernados por una
pequeña oligarquía que oprime a toda la ciudadanía. En los últimos
años ha aparecido una luz de esperanza: el 15M, que prendió la
llama de la indignación y abrió las mentes al cuestionamiento
permanente, al inconformismo. Y ha resultado en un empoderamiento
ciudadano en las calles que lamentablemente ahora parece centrado más
en cuestiones institucionales.
En
cuestión de feminismos, desgraciadamente, seguimos a años luz de la
igualdad. Los hombres de la izquierda no hemos entendido ni asumido
que para que las mujeres se puedan autoafirmar nosotros tenemos que
desempoderarnos. Que para que ellas ocupen el lugar que les
corresponde, nosotros tenemos que desaparecer de esos lugares. Y que
para que a ellas se las escuche, nosotros debemos callarnos. Y eso
pasa inevitablemente por renunciar a los miles de privilegios
personales que el patriarcado nos ofrece cada día.
La,
por algunos, todavía llamada “crisis” ha puesto en primer plano
la vulnerabilidad de muchos grupos sociales, sobre todo cuando
hablamos de gente cercana a la precariedad, como mujeres, inmigrantes
o personas LGTBI sin un estatus determinado. ¿Es dificil rodar algo
bonito a partir de una situación tan fea o lo hermoso es la
sinceridad de los “actores sociales”?
J.L:
"Tomaremos las calles" comienza con una cita de Juana Doña
que dice: "Aquella fue mi época, mi tiempo, un tiempo duro,
pero no hay dureza que no sea vulnerable y yo encontré vetas que me
hacen añorar dichas pasadas". En situaciones terribles como la
crisis actual aparecen momentos de una belleza increíble. Ver a un
grupo de personas poniendo sus cuerpos frente a la vivienda de una
familia para impedir su desahucio es una de las estampas del triunfo
del ser humano, de la solidaridad por encima de todo. Precisamente
las situaciones límite sacan por un lado lo peor del ser humano, y
por otro lo mejor. Y ahí es donde se puede apreciar la belleza
infinita de la gente que lucha altruistamente por un mundo más
justo, y sin buscar nada a cambio. Por eso me quise centrar en este
trabajo en las mujeres de los movimientos sociales, que llevan a cabo
este tipo de lucha.
Hay
documentales como por ejemplo “Las maestras de la República”
apoyados por más medios y con mayor y mejor difusión. Casi tienen
un respaldo. ¿Te alegra que algunos de tus trabajos escapen a ese
canon de supuesta “calidad” y “prestigio” o crees que lo uno
no está reñido con lo otro? Porque algunos de tus trabajos o por
ejemplo “Yolanda en el país de los estudiantes” son además de
filmes de denuncia inmediata auténticas lecciones de cine.
Javi
L: Mis documentales los hago desde la autogestión. No cuentan con
financiación de ningún tipo ni con el respaldo de ninguna
productora. Eso tiene su parte negativa ya que trabajo desde la
precariedad absoluta y encargándome yo de todo. Pero también tiene
una parte maravillosa que es la libertad que me ofrece. Libertad en
todos los sentidos, para hacer lo que quiera cuando quiera y no tener
que darle explicaciones a nadie. ¿Me gustaría contar con más y
mejores medios? Pues sí, el resultado final sería mejor, y no
estaría mal probarlo algún día si llega el caso. Pero me costaría
mucho perder aunque fuera un ápice de la libertad que tengo a la
hora de trabajar. Quizá la cuestión está en que yo me ubico más
en el activismo que en la industria del cine. Me siento más
activista que cineasta.
Lo
que ha pasado y está pasando en Rusia o los recientes debates en
Venezuela o Francia e incluso aquí hacen pensar que el
heterosexismo aunque promovido por una sociedad patriarcal, machista,
jerárquica y capitalista no es, a fin de cuentas, patrimonio
exclusivo de ninguna ideología política. ¿Crees que esto va
cambiando?
J.L:
El machismo y la homofobia no entienden de ideologías. Esto es así
desde siempre y lamentablemente no tiene pinta de que vaya a cambiar
en breve. El hombre blanco hetero está muy cómodo controlándolo
todo, desde su posición privilegiada de poder absoluto, y no va a
renunciar a él así como así. Y no hay más que oír hablar fuera
de cámara a algunos dirigentes políticos de izquierdas, los
supuestamente progresistas que representan el cambio, incapaces de
superar de una vez el machismo, la homofobia y la transfobia, para
darte cuenta de que nada va a cambiar desde las instituciones. Como
mucho nos podrán regalar unas migajas para que así no protestemos,
que es lo que han hecho. Pero para que realmente haya un cambio
tendría que haber una verdadera revolución desde abajo, desde la
ciudadanía, que acabe con todos los tipos de opresión (clasista,
machista, heterosexista, racista). Si eso no se da, nada cambiará.
Tus
trabajos tienen ya una audiencia bastante fiel pero supongo que
pretendes llegar todavía a más gente.
J.L:
Lo malo de trabajar en precario y desde la autogestión es que los
temas burocráticos relacionados con la difusión, distribución,
etc. los tengo que hacer yo mismo y me dan una pereza enorme. Hoy por
hoy no me planteo llegar a nada ni a nadie. Lo que tenga que venir,
ya irá llegando.
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