ENTREVISTA A ANGEL GASH CON MOTIVO
DEL 1 DE DICIEMBRE, por Eduardo Nabal
Àngel Gasch Gallén (Castelló,
1980)- Enfermero y Antropólogo, profesor asociado en la Facultad de
Ciencias de la Salud de la Universidad de Zaragoza y de Ciclos
Formativos de Formación Profesional de la familia de Sanidad.
Activista en colectivos LGTBQI y actualmente en Towanda (Colectivo de
Aragón por la Diversidad Afectivo-sexual).
Actualmente realizando el trabajo de
tesis sobre las prácticas de riesgo de transmisión de VIH en
hombres que tienen sexo con hombres y su asociación con la
construcción de las masculinidades, desde el análisis de la
construcción de las relaciones entre hombres y sus implicaciones en
la salud y los cuidados.
“La
sobrecarga de trabajo sin reconocimiento institucional y sobretodo
sin dotación económica o muy escasa, hacen que respuesta al
VIH-SIDA esté siendo cada vez más baja e ineficaz”
¿Cuáles son los efectos que ya
podemos más o menos apreciar en el tema de los recortes sanitarios
sobre el VIH? Porque el Plan Nacional contra el SIDA fue una de las
primeras cosas que cayeron provocando incluso una acción de
protesta el día 28 de Junio frente al Ministerio de Sanidad.
Angel Gash:
Los efectos se observan a varios niveles. La pérdida de compromiso
por parte del Ministerio de Sanidad y los servicios de salud de las
Comunidades Autónomas con las entidades que llevan una larga
trayectora de trabajo dedicándose a la atención, prevención y
promoción de salud provoca que muchas personas no puedan acceder a
los recursos porque estas entidades no llegan a todo. La sobrecarga
de trabajo sin reconocimiento institucional y sobretodo sin dotación
económica o muy escasa, hacen que respuesta al VIH-SIDA esté siendo
cada vez más baja e ineficaz. Desde las instituciones públicas no
se parte de la salud como valor fundamental, lo que hace que se vaya
dejando en manos de la comunidad la prevención y atención a grupos
de población más desfavorecidos, aumentando y legitimando la
desigualdad, el estigma y la marginación. El diseño de programas
específicos, como por ejemplo de educación afectivo-sexual en
colegios e institutos, difusión de información sobre la prueba del
VIH, estrategias de prevención específicas, así como el desinterés
por crear sinergias y colaboraciones entre administraciones como
entre las de sanidad y educación, la reducción de inversión en
investigación y un largo etcétera de políticas de recortes de
derechos, marcan un escenario que a medio plazo hará aumentar las
desigualdades y las barreras al acceso al sistema de salud. En estos
días ya se están viendo personas que, aunque por el momento desde
la administración sanitaria se sigan costeando los tratamientos
relacionados con el VIH, ven problemas derivados de estos tipos de
políticas que les dejan en la calle, sin recursos, sin trabajo, sin
comida, sin apoyo.
Además, el desinterés de la
administración por otros factores relacionados con el VIH, como la
prevención de las coinfecciones, programas de mejora de adherencia a
los tratamientos o las situaciones socio-económicas de las personas
que viven con el VIH, agravarán también esta situación. Un ejemplo
de este desinterés puede ser lo que paso hace pocos meses con los
nuevos tratamientos de la hepatitis c, coinfección muy frecuente en
personas que viven con VIH. Tuvo que haber una movilización social
importante para que al final la administración decidiera acceder a
pactar con la industria farmacéutica para reducir el precio de estos
fármacos y proporcionar tratamiento, aunque fuera en determinados
supuestos muy controlados.
E.N: Se hablaba y se habla de “Sida
social” algo que ese hace patente más que nunca. Además de los
inmigrantes sin papeles cuales han sido los primeros o primeras es
ser despojados de la atención o la información adecuada. ¿Vuelven
los lugares comunes o nunca se fueron del todo?
A.G: Vuelven y aparecen otros. Si
nunca se fueron, han retomado fuerza. Los ejemplos los encontramos en
el aumento de nuevos diagnósticos en jóvenes menores de 25 años,
en hombres que tienen sexo con hombres o como últimamente estamos
conociendo, nuevos casos en mayores de 50 años. El porcentaje de la
población que no se ha realizado nunca la prueba es muy elevado y la
información cada vez es más sesgada, más sensacionalista y menos
reflexionada. Las personas trabajadoras del sexo, las personas que
viven en lugares donde no es accesible la actuación de entidades u
organizaciones no gubernamentales, las mujeres, también ven trabas
al acceso a la atención e información. Los programas de educación
afectivo-sexual, programas de reducción de daños y en general, de
promoción de salud están desvinculados de la actuación
institucional. Las entidades que trabajan en la comunidad son las
únicas que con el esfuerzo diario por estar informadas y
actualizadas, puedan dar información, pero con los límities
económicos con los que se encuentran, cada vez la población tiene
menos acceso a dicha información.
Pero es que además, algunas campañas
que empiezan a llegar a nuestro entorno basadas en estrategias
únicamente clínicas y farmacológicas, como la profilaxis
pre-exposición, están legitimando de nuevo la idea aparentemente
superada de "grupos de riesgo", estigmatizando a muchas
personas y poniendo de nuevo la vista hacia el control, otra vez
desde la medicalización de las poblaciones.
Eduardo N: Es dificil esperar que
un gobierno ligado a la Iglesia haga campañas de prevención serias,
de hecho no ha hecho ninguna que surja del poder. No es que las
campañas de otras temporadas o gobiernos fuera, ni de lejos, una
maravilla. Pero ¿supongo que cada zona geográfica ha sufrido todo
esto de manera diferente?
Angel G: Desde luego la tradición
católica pesa, como pesan las visiones paternalistas y
victimizadoras. Dada la especificidad de las Comunidades Autónomas y
las competencias que desde hace unos años tienen en materia de
educación y sanidad, existe mucha diversidad. Por ello además, los
intereses políticos de cada área geográfica y las tendencias más
o menos moralistas de los gobernantes, influyen sobre la inversión y
el interés que se destina a la respuesta al VIH-SIDA. En zonas con
mucha dispersión de población o con población rural, envejecida,
falta de conocimiento sobre la realidad de las poblaciones, como por
ejemplo las prácticas sexuales o las situaciones socio-económicas
reales, se utilizan para justificar la no inversión en programas
educativos, de investigación o de prevención en colectivos
específicos o que pueden mostrar mayor vulnerabilidad.
Por otro lado, esto puede tener que ver con intereses económicos, puesto que algunas nuevas estrategias preventivas, centradas más en aspectos clínicos o famacológicos, derivan en mayores beneficios económicos para las empresas y la promoción de salud hacia toda la población, se relega a "tratar" únicamente a aquellos colectivos que se consideran vulnerables.
Se da la palabra a mujeres y
hombres lo suficiente. O los médicos, como en muchos casos, siguen
teniendo la sartén por el mango.
El modelo biomédico hegemónico ha
gozado del poder y el control de la población y esto en la
actualidad es también así. Las necesidades de las mujeres y hombres
que viven o no con el VIH son en general, poco escuchadas, a nivel
global y en las consultas. A penas existe proceso de participación
para la toma de decisiones en cuanto a qué tipo de programas
preventivos pueden ser más eficaces. El lenguaje y la comunicación
entre profesionales de salud y pacientes es más unidireccional, lo
que hace que en muchas ocasiones, cuestiones como qué tratamientos
pueden resultar más o menos adecuados para la especificidad de las
personas tratadas, sean dejadas de lado. Esto quiere decir que son
las personas las que viven con el VIH de forma específica, nadie
mejor que ellas conoce los efectos en su vida cotidiana de la
integración o no de los cambios que exigen los tratamientos, los
efectos secundarios que les producen, las dificultades para seguirlos
o el lugar que ocupan en su escala de valores, sobretodo en momentos
como los actuales, de importantes problemas económicos y sociales.
En algunos grupos LGTB de los
ochenta y noventa se paso a no hablar del SIDA porque era afianzar la
idea de los grupos de riesgo a tomar la decisión de hacerlo porque
nadie más lo iba a hacer por nosotros/as. ¿Nos va a volver a tocar
decir eso de “Alguien tendrá que hacer la prevención”?
Este problema ya está en marcha a
escala global. Desde la industria farmacéutica y los gobiernos se
están priorizando actuaciones preventivas perversas en cuanto a la
medicalización de grupos de población vulnerable, como por ejemplo
los hombres que tienen sexo con hombres, personas transgénero...
Estas instituciones a nivel global siguen pensando en la
vulnerabilidad desde un enfoque epidemiológico tradicional y no
epidemiológico-social, a nivel individual y grupal, con lo que
llevan a trabajar otra vez, aunque no sea con esas palabras, con
grupos de riesgo. Esa vulnerabilidad que incluye factores
estructurales (homofobia, pobreza, estigma, discriminación,
inequidad, migración) se convierte desde estos enfoques, en
identificación de grupos de riesgo a los que hay que agrupar y
medicar, como en el caso de la profilaxis pre-exposición. En EEUU y
Canadá están accesibles estos medicamentos (para aquellas personas
que pueden pagarlos) y la tendencia que se observa es a medicalizar a
las poblaciones, como por ejemplo a los hombres que tienen sexo con
hombres. Pero el problema aquí, en caso de que realmente se puede
ofrecer una accesibilidad desde los sistemas de salud a nivel
económico y social, es quién decide y cómo a quién ofrecer estos
tratamientos, en qué circunstancias, cómo se garantiza la
adherencia y sostenibiliad, entre otros. Por no mencionar dónde
quedan la prevención primaria y la promoción de salud.
Está visto que los gobiernos y las
famacéuticas dominan estos espacios, donde el empoderamiento de la
sociedad y la lucha contra los factores estructurales que crean las
desigualdes y favorecen la vulnerabilidad, no son sus objetivos. Así
que, sí, tendremos que decir que alguien tendrá que hacer la
prevención.
¿Qué mensaje en positivo podemos
dar para este 1 de diciembre? A.G: Que la sociedad, no los
gobiernos, al menos hoy por hoy, tiene herramientas para trabajar
contra la transmisión, las entidades que trabajan con la comunidad
están dando respuestas a las necesidades y la implicación de la
población está aumentando. Aún así, hay que seguir exigiendo la
implicación de los gobiernos y visibilizar todo lo que se está
haciendo desde las entidades en respuesta a las deficiencias
existentes en el sistema, competencias que al fin y al cabo, deberían
ser de las instituciones y que como vemos, no están cumpliendo.
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