Entrevista a Marco Vidal, comunista y activista queer, por parte de Eduardo Nabal.
-Marco,
tu deseo de conocer Rusia es debido a que conoces el idioma y
estudias su cultura, a que te interesa la historia del país y a que
se te ofreció una ocasión de oro. ¿Era una ilusión antigua, que
venía de atrás o una oportunidad nueva?
Bueno,
el idioma lo estudio y desde un nivel básico, aún no se puede decir
que lo conozca. La idea de conocer Rusia viene desde que empecé a
interesarme por el ruso, desde los 11 años. Un día, de hecho, le
propuse a mi madre que fueramos ella, mi padre y yo a Moscú, de
turismo, y fue una idea que se desvaneció nada más recordar que
eramos una familia trabajadora y que de ninguna manera podíamos
permitirnos ni vuelos ni visados. Ni de asomo. Mis vacaciones
familiares más lejanas fueron a un pueblo perdido de Granada y a
otro en la Sierra de Cádiz durante dos noches en hoteles de dos
estrellas. Así que aspirar a visitar Moscú era un imposible. La
oportunidad de oro llegó cuando la profesora de Ruso nos ofreció
unos voluntariados en Rostov del Don, en un campamento de niños,
dando clases de Español. Lo consulté con mi hermano, y me apoyó
(económicamente), ya que yo tenía que costear el vuelo y el visado.
Ellos me ofrecían alojamiento y pensión completa.
-Se
habla mucho del jetlag, pero a pesar de las nuevas tecnologías que
parece nos unifican a todas, también se habla del shock cultural. Es
decir, encontrarte perdido ya no en el idioma (ya que tú sabes algo
de ruso) sino en las costumbres, el talante, el tono de voz, la forma
en que la gente te ve o se comporta… Supongo que sin llegar al
“shock” eso se nota.
Los
primeros días lo pasas mal porque la comunicación es complicada.
Por mucha gramática que aprendas en clase y por mucho vocabulario
que estudies a base de listas interminables, cuando estás en el
lugar, con la gente, la cosa cambia. El principal choque lo tuve
cuando, en el aeropuerto de Moscú en el que hacía escala, nos
habían perdido la maleta. Nos trataton, a mi y a mis compañeras,
fatal. Finalmente, tras una semana sin ropa, la maleta llegó.
Obviamente esta experiencia me marcó bastante porque era el primer
contacto con rusos, en Rusia, y fue horrible. En el campamento eran
muy simpáticos, pero me seguían chocando muchas cosas: la ropa, la
pluma que desprendían muchos niños, lo cutre que eran algunas de
las instalaciones (como aquel almacén en el que reinaba el caos y
había una mujer continuamente en un ordenador windows 98).
-Hiciste
el gesto valiente y solidario con la comunidad LGTB rusa de enseñar
tu camiseta de “No a la Homofobia” escrito en Ruso en la Plaza
de Moscú. ¿Tú palpaste ese miedo que nos transmitieron las
imágenes más crudas sobre los asesinatos y la represión homofóbica
en el país? ¿O dependía mucho de la gente y las zonas? ¿Palpaste
también la influencia de una Iglesia reconstruida y prepotente
aliada con el Gobierno?
Bueno,
antes de la famosa ley contra la propaganda homosexual de la que se
ha hablado tanto en los medios en el último año, ya había leyes
regionales e incluso locales (como la de San Petersburgo que acaban
de derogar). Antes de emprender mi viaje a la Región de Krasnodar,
miré el mapa de regiones que ya tenían esa ley de antes... ¡Y
adivina cuál era! En cualquier caso, luego llegó la ley federal,
que afecta a todo el país. La historia de la camiseta es muy
graciosa... Hace casi un año vi por internet el festival de cine gay
de San Petersburgo, y vendían camisetas en las que ponía “Stop
Homofobia!” en Ruso, y me quise comprar una, pero no exportaban...
Así que bajé a la tienda de serigrafía del barrio y me la hice por
13 euros. Nada más compré los billetes, sabía que haría esa
pequeña acción, ese gesto, de ponerme la camiseta. Y, como aquel
que está planeando un asesinato, recreaba en mi mente todo: como lo
haría para que nadie me viese, cómo la llevaría hasta allí
discretamente, qué decir si alguien en el campamento la viera por lo
que fuera... ¡Un drama! ¡Y todo por una camiseta! Pues así fue,
toda una gestión increíble... La camiseta la doblé del revés, de
forma que si me habrían la maleta en el aeropuerto, no pudieran leer
el texto. Al llegar al campamento, estuvo en el fondo de la maleta.
Al llegar a Moscú, el día que fui a visitar la Plaza Roja, me la
puse debajo de una sudadera, y ésta la abroché todo lo que pude. Me
paseé por todo el Kremlin con una sudadera, pese al calor. No
disfruté de las vistas, de los monumentos, de nada... Solo pensaba
en la maldita acción... Y, finalmente, cuando vi el momento
oportuno, posé, me eché una foto “normal”, y cuando vi que no
había ningun ruso o ningún policía merodeando cerca, la desabroché
y eché la foto. Hice muchas pruebas, estuve super nervioso, y cuando
comprobé que había alguna bien, me fui al Museo Estatal de
Historia, para continuar con la visita, y fui al baño a cambiarme.
Sí, a cambiarme. Llevaba otra camiseta en la mochila... ¡Todo más
que preparado!
-Muchos
han podido pensar que Marco se iba a Rusia a ver las ruinas de la
revolución como uno se puede ir a Hollywood buscando Manderley o el
plató donde se rodó “Lo que el viento se llevó”, y encontrarse
con una urbanización hortera o con un parque temático Disney. Pero
tú ya sabías a lo que ibas y lo que ibas a encontrar y no. Aún así
imagino que hay algo nuevo que te llevaste en el corazón o el
cerebro.
Lo
principal que me llevé fue la maravillosa experiencia de ser profe.
Me encanta la docencia, es mi vocación. Y haber podido desarrollarla
en el país cuya lengua estudio... Es lo mejor que me he llevado,
darle clase a, como yo los llamo cariñosamente, los rusitos.
-Además
de Rusia estuviste en la, en general, maltratada Bulgaria. Un país
empobrecido. ¿Notaste un cambio muy brusco, o hay algo en los países
del Este, en el talante de las gentes, que los unifica de alguna
forma?
Un
país empobrecido no, un país machacado, saqueado. El más pobre de
la UE, sin ir más lejos. Al llegar a Bulgaria lo primero que hice
fue subir la foto a facebook y difundirla. Bulgaria no luce
precisamente por su ausencia de homofobia, pero por lo menos la ley
no lo persigue (aunque hubo un intento de hacer un proyecto de ley
por parte de un grupo conservador). Y aunque la UE es una basura
donde puedes morir por falta de recursos económicos como tal gay
ruso machacado, me sentí algo más seguro. Al fín al cabo,
legalmente no está perseguido y eso es importante. Que sí, que
pueden pegarme igual, pero por lo menos, no iría a la cárcel por
propagandista.
Los
países del este tienen algo que les hace muy parecidos -más allá
de la similitud entre sus lenguas, que por cierto, entre búlgaro y
ruso es muy grande. El carácter, su espíritu, es duro, frío, seco.
Hay que ir allí para sentirlo. Puedes conocer eslavos en España,
pero ni de asomo son como los que viven allí. Otra característica
que los une es la burocracia, la lentitud para muchas cosas, la
cutrez,
la pobreza palpable... Los lentos pero bellos trenes. Rusia tiene una
desigualdad social abismal. En Bulgaria, son todos pobres. Todos.
-Fuiste
gracias a la Universidad pero sobre todo gracias a tu esfuerzo.
¿Volverías? Dejando al margen lo de la foto.
Sí,
volvería pero de visita turística, o de intercambio o voluntariado,
a otro lugar. Me gustó la experiencia, pero Rusia es un país enorme
con mucho que conocer y no es plan de repetir.
-Opinar
en Rusia debe ser un peligro imagino a qué niveles. También, de
otra manera, lo es en el Estado Español. ¿Vivimos en tiempos de
involución? ¿Palpas el miedo aquí como pudiste palparlo allí?
Vivimos
en un momento en el que la clase obrera está dormida, pero desde
hace treinta años. La diferencia es que antes no era tan “necesario”
luchar porque la situación económica era “buena” y muchos se
creyeron nuevos pequeñoburgueses. Pero ahora ha cambiado mucho la
cosa; las familias están empobrecidas y los jóvenes sin salida
alguna que no sea el exilio. Y mientras tanto, gran parte de la gente
está ahogando
sus problemas de todo tipo y difundiendo sus opiniones políticas en
el bar, en twitter,
y otro tanto pensando y afirmando que la solución a todo esto vendrá
cuando la super renovada izquierda unitaria gane las elecciones y
haga reformas de corte keynesiano para “producir” y “reactivar”
la economía. Lo que hay que encender es la calle, el BCE;
organizarse desde abajo, todas, y luchar, y no precisamente desde
encuentros ciudadanistas y votaciones online.
Y
estas ideas no son consecuencia de mi viaje... (risas).
En
el momento en el que soy consciente de que quizás no pueda seguir
estudiando por falta de recursos o porque la beca llega a final de
curso, palpo el miedo. Muy de cerca. Y veo frustradas mis ambiciones,
que son muy sencillas: estudiar,
estudiar y estudiar...
como decía Lenin, vamos.
-Creo
que hiciste buenos amigos rusos. Pero en temas de política social,
política sexual o representantes políticos ¿Te lo pensabas dos
veces antes de opinar sobre esto o aquello?
Por
supuesto. El único tema que salió fue Ucrania, con una de las jefas
del campamento. Estabamos comiendo, y no sé por qué le dije que
había visto una cerveza que se llamaba URSS, y ella me dijo que
seguía habiendo muchísimos nostálgicos. Y la cosa desembocó en
Ucrania. Solo me dijo que el este de Ucrania era
y debía ser ruso, pero que no deseaba de ninguna forma la guerra.
-¿Había
algún sitio, geográfico o simbólico, donde querías ir en
particular en este viaje? ¿Qué tal se portó la universidad de allí
en comparación con la de aquí?
Me
encantaría volver a Moscú y pasear por el Kremlin sin la presión
de poder ser arrestado por llevar propaganda homosexual escrita.
También me encantaría conocer San Petersburgo, Kemerovo (Siberia) y
Vladivostok (en el extremo oriental de Rusia, cerca de Corea del
Norte).
La
gente de la universidad de allí bien, aunque es un caos. Hubo mil
detalles que demostraban continuamente que había falta de
coordinación de alguna forma. Dabamos clase sin pizarra, y cuando la
teníamos, no había rotuladores ni nadie sabía donde estaban... Con
eso te lo digo todo
Bueno,
la pregunta es si Putin es realmente elegido. En cualquier caso, por
muy elegido democráticamente que sea, no deja de ser un político al
servicio de la burguesía. Un día en clase de ruso la profesora
dijo: “¿sabéis quién es Medvedev?”, y alguien dijo que era el
Primer Ministro. A lo que la profesora respondió, “bueno, en eso
no nos aclaramos ni los rusos. Un año gobierna Putin, y Medvedev es
primer ministro, y otro año, es al revés”. Así que imagínate...
-Hasta
hace poco había mucha gente que se iba a Cuba. Era casi un rito
obligado. Pero cuando volvían parecía que lo que vieron no era
ningún paraíso ni comunista, ni no comunista. De hecho
personalmente no conozco a nadie que se haya quedado allá, al margen
de la solidaridad. Lo de Rusia es otra cosa y más original pero me
imagino que el pasado y el futuro están entre las preocupaciones o
heridas de la gente de a pie.
Cuba
no es ningún paraíso. Ni Rusia, ni España. Por mucho que
pretendamos alejarnos y construir sociedades alternativas, al estar
dentro del capitalismo global, está condenado al fracaso. Pero eso
no quita, de ninguna manera, la buena experiencia que tiene que ser
para alguien, vivir de forma colectiva y autogestionaria, sea en el
campo, o en el centro de Barcelona.
Hay
muchos eslavos nostálgicos. La frase estrella es “tenía sus
fallos, pero nos dieron de comer y nos dieron servicios sociales
básicos y derechos”. Así que imagínate cuán presente está en
la vida de los eslavos el cercano pasado soviético.
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